Cannes 2025 | El cineasta iraní Jafar Panahi regresa con 'A simple accident', una comedia negra sobre la venganza política
El director, condenado y encarcelado, desfiló en una emocionante alfombra roja en el Festival de Cannes para presentar 'A simple accident', una dura crítica al régimen iraní

El director Jafar Panahi en la premiere de 'Un simple accident' / EFE/EPA/CLEMENS BILAN / CLEMENS BILAN (EFE)

Cannes
La carrera de Jafar Panahi ha estado ligada a la violencia que el régimen iraní ha ejercido sobre él y sobre su trabajo. Por eso es tan emocionante e importante su foto pisando la alfombra roja del Festival de Cannes en este 2025. Llevaba quince años sin poder asistir al certamen, en realidad, a ningún festival internacional. Ganador del León de Oro en Venecia por 'El círculo' en el año 2000, tuvo en 2010 un encontronazo con la justicia de su país. Fue condenado a seis años de cárcel por propaganda contra el régimen y además se le prohibió realizar películas y salir del país durante los siguientes veinte años.
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Sin embargo, Panahi es un artista que ha entendido, como muchos de sus compatriotas, como otros cineastas que en otras épocas abyectas y peligrosas rodaran a pesar de la censura, de las dictaduras y del totalitarismo, que el cine puede hacerse en cualquier parte. De modo que durante los años que estuvo retenido en su país siguió estrenando películas. Primero rodó una dentro de su casa, Esto no es una película (2011). Después, rodó otra sin pisar la calle, una prohibición del régimen, subido en un taxi. Fue Taxi Teherán con la que ganó el Oso de Oro en la Berlinale. En Cannes ganó mejor guion con 'Tres caras' en 2018, un premio que no pudo recoger. Sus actrices posaron con una foto impresa de Panahi pidiendo su puesta en libertad. En 2022 ganó el premio especial del jurado en Venecia con 'Los osos no existen', donde autoimpuso a sí mismo un reto físico, artístico y político mayor todavía, pues rodó en un pueblo perdido en la frontera de su país, retando al régimen que no le dejaba salir al exterior. En ese año volvió a la cárcel. Salió en 2023 y, por fin, en abril de ese año, se le levantó la prohibición de viajar. Hace unos meses llegó a Francia donde completó el montaje de 'Un simple accidente', nueva película que se posiciona entre las primeras para ganar este año la Palma de Oro.
Las dificultades de rodar y captar la realidad y la importancia del cine para denunciar la situación política de un país con una tradición cinematográfica tan especial como Irán, se han colado en sus últimas películas, donde Panahi era muchas veces el propio protagonista. Aquí volvemos a los ecos de ese cine anterior a toda la persecución política que ha sufrido, pero sin olvidar que su cine ya no puede hablar de otra cosa que no sea la falta de libertad y las consecuencias de esa violencia. De eso va Un simple accidente, un magnífico retrato de unos personajes que han sufrido como sufrió el director y con los que cuestiona la fragilidad de eso tan manido en nuestros días como es la libertad individual, así como la complejidad de las relaciones sociales, cuando están marcadas por la censura y el control. Por cierto, la película se ha rodado también en secreto.
Una familia viaja en un coche por la carretera de noche. Sufren un leve accidente que les hace acudir al mecánico. Esa premisa sencilla esconde una historia de dolor y de deseo de justicia que, a veces, se confunde con la venganza. Pues cuando es el poder el que genera las injusticias, ya no hay normas que valgan. La vida en sociedad se convierte en anomia, en un momento donde ya no valen las reglas que nos hemos dado. Eso es lo que viven este grupo de personajes: un mecánico, dos novios, una fotógrafa de bodas y un médico que creen haberse encontrado con su torturador.
Panahi juega con los géneros, hay comedia negra, hay drama social y hay thriller y va cambiando de tono con maestría y elocuencia a lo largo del relato de estas víctimas que han vivido en silencio los traumas y las consecuencias de haber pasado por prisión y haber sido torturados. El humor, dice Panahi está en la sociedad iraní. Frente a la tragedia política, los iraníes encuentran el humor, como lo hacía Berlanga en El verdugo.
Los protagonistas discuten atropelladamente en unos diálogos en los que aparecen las contradicciones de cada uno de ellos, donde reflexionan si utilizando la violencia contra los perpetradores no se convierten las víctimas en lo mismo. Se plantea también la idea de equivocarse de culpable y, si esos mandos intermedios, esos que se dejan llevar por la banalidad del mal o por su propia supervivencia, son en última instancia, víctimas del sistema.
Un simple accidente es una película sobre la reparación. Una cuestión de peso para cualquier tipo de víctima, pero sobre todo para la que ha sufrido la violencia de los estados. En su libro Calle Londres, 38, Phillippe Sands desgranaba distintas maneras de lograr la reparación y la justicia. Por supuesto, está la de condenar a los violentos, pero insistía Sands, muchas veces eso no es suficiente, hace más un libro, una película, un cambio en el relato social. Quizá la propia película de Panahi se convierte en la manera en que sus personajes, que representan a tantas víctimas de la represión iraní, sea una manera para repararles.

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...