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Cannes 2025 | 'El agente secreto', cine de espías para contar la memoria histórica con un magnífico Wagner Moura

El director brasileño Kleber Mendonça Filho se pasa al género en una película setentera y llena de guiños cinéfilos donde Wagner Moura interpreta a una víctima de la dictadura brasileña

Wagner Moura en 'El agente secreto' / FESTIVAL DE CANNES

Wagner Moura en 'El agente secreto' / FESTIVAL DE CANNES

Cannes

El director brasileño Kleber Mendonça Filho sabe que el cine ha jugado un papel importantísimo en eso de configurar nuestro mundo, nuestra propia imagen. Conocemos el mundo a través de la pantalla de cine, por eso, hay que defenderla, hay que evitar, como decía el director en su último trabajo, el documental Retratos fantasmas, que el cine se convierta en algo residual y olvidado. Su nueva película, El Agente secreto, presentada a competición en el Festival de Cannes, es un intento por contar la memoria a través del cine. La memoria histórica de su país, pero también las historias individuales de aquellos que fueron víctimas de la dictadura y que, como en tantos otros países, formaron parte de los desaparecidos.

Habitual de este festival, primero como crítico y después como flamante director de un nuevo cine brasileño que está despuntando de nuevo, ha sido miembro del jurado en 2021, compitió con Doña Clara, una denuncia de la gentrificación y el acoso urbanístico, ganó el Premio del Jurado por su película Bacurau en 2019, una crítica al gobierno Bolsonaro. Ahora compite con una película que es distinta a todas las anteriores y que se ambienta en 1977, un año clave para la dictadura brasileña.

Del realismo de sus primeros trabajos, tocó algo de distopía en Bacurau, pero para El Agente secreto elige el género de espías setentero para retratar un momento político violento en su país que todavía está sin resolver. El director brasileño apuesta por una ruptura estilítisca y discursiva con respecto a las películas que han abordado la memoria histórica. De hecho, es completamente diferente a una de las más recientes, la ganadora del Oscar 'Aún estoy aquí' de su compatriota Walter Salles.

Siguiendo la directriz del escritor francés Dominique Noguez, otra forma de mostrar traerá otra forma de pensar, Mendonça Filho quiere que el cine asuma esa memoria que la sociedad y la política no ha sabido mantener viva. Por eso, propone colores estridentes, personajes sacados de una película de gánster de la América de los setenta. Policías corruptos con camisas abiertas, collares y gafas polarizadas. Sangre y violencia, y mucha tensión.

De nuevo en su ciudad, Recife, el director nos cuenta la historia reciente de su país a través del personaje de un profesor universitario perseguido por la policía que se esconde junto a otros disidentes a la espera de una nueva identidad. No le busca solo la policía, también un despiadado empresario que le tiene ganas. El protagonista es un carismático y arrollador Wagner Moura, el de Narcos o Civil War, que vuelve al cine brasileño con un papel que bien podría darle el premio de interpretación en este festival. Gabriel Leone, Maria Fernanda Cândido y el actor alemán Udo Kier completan el reparto. De hecho, la presencia de ese personaje, un alemán que se ha refugiado en Brasil representa a los tantos nazis que encontraron seguridad y refugio en las dictaduras de América Latina, entre ellos, Josef Mengele. Un tema que ya abordaba el cineasta en Retratos fantasmas. Mendonça Filho nos ofrece imágenes icónicas, como la de Wagner Moura hablando con un teléfono rojo y amarillo, cuando detrás de él vemos las fotos de los desaparecidos en blanco y negro.

Como en todas sus películas, la ciudad y el espacio forman una parte fundamental, que condiciona a los personajes. Aparece también el cine, la misma sala que homenajeaba en su documental, donde los espectadores brasileños salían gritando tras ver La profecía, de Richard Donner, y que representa la importancia del cine, como elemento de unión en momentos difíciles. También el carnaval, la fiesta como momento de unión y de ruptura del tiempo, tan característico de la sociedad brasileña, y que le permite rodar una escena impresionante donde el protagonista huye mientras es perseguido. Por cierto, que el carnaval ha llegado a la alfombra roja de Cannes, con banda de música arropando al equipo del filme.

En un juego con el sonido, las escuchas desde el presente, por parte de dos trabajadoras que transcriben lo que unos viejos casettes esconden, demuestra que todavía hoy las historias del pasado interesan y que hay una nueva generación dispuesta a conocer lo que ocurrió en su país. Pero aún hay más. La película muestra lo que fueron aquellos años en las ciudades brasileñas, donde se mataba a diestro y siniestros y los cadáveres se quedaban en medio de la calle hasta que alguien los recogía. A nadie le sorprendía, desgraciadamente, ver muertos en la puerta de un bar, en el mercado o en una gasolinera. Eso da pie al director a incluir una parte de body horror, donde una pierna ataca a las personas. Una pierna que anda suelta por Recife y que ocupa las portadas de los periódicos locales. El tono de género y de humor permiten al director contar una historia dramática y terrorífica de manera diferente, quizá para que un nuevo público entienda que el cine sigue siendo el mejor vehículo para conocer la realidad.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 

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