Juan de la Cierva y su autogiro
Su vida estuvo marcada por una gran dedicación a la aviación, la innovación tecnológica y un trágico final en un accidente aéreo
Juan de la Cierva y la seguridad de la aviación
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La invención del autogiro supuso un importante avance en aeronáutica, al tratarse de un tipo de aeronave con un rotor no motorizado (como el de un helicóptero) y una hélice impulsora. Juan estaba obsesionado en evitar los accidentes de aviones provocados por la pérdida de sustentación en vuelo (lo que se conoce como "entrada en pérdida"). Esta preocupación nació tras varios accidentes aéreos, uno de los cuales le afectó directamente cuando su hermano, también piloto, murió de esa manera. Fue esta tragedia lo que lo impulsó a buscar soluciones innovadoras para hacer los vuelos mucho más seguros, lo que lo llevó a desarrollar el autogiro. Se dio cuenta que un rotor libre podía ser la solución a este problema y comenzó a trabajar en su idea.
El 9 de enero de 1923 logró volar por primera vez su autogiro en el aeródromo de Getafe, con un aparato que podía aterrizar verticalmente y realizar maniobras más seguras en comparación con los aviones de la época. Pruebas certificadas oficialmente por el Laboratorio Aeronáutico de Cuatro Vientos creado por Emilio Herrera. El autogiro fue bien recibido en algunos círculos internacionales, pero enfrentó algunos obstáculos institucionales debido a la falta de confianza en la tecnología.
En 1928 fundó la Sociedad de Autogiros de la Cierva, que continuó desarrollando su invento con varios prototipos. En 1931, sus trabajos fueron reconocidos por la Royal Aeronautical Society. A lo largo de su vida, Juan de la Cierva se trasladó varias veces al extranjero, especialmente a Inglaterra y los Estados Unidos, donde el autogiro despertó mayor interés. Incluso en abril de 1931, uno de sus aparatos, pilotado por Jim Ray, aterrizó en el césped de la Casa Blanca y despegó nuevamente ante la presencia del presidente Hoover y parte de su gobierno
El 9 de diciembre de 1936, Juan de la Cierva murió trágicamente, a los 41 años, en un accidente aéreo. Estaba a bordo de un avión comercial, que se estrelló cerca de la ciudad de Waddon, en el Reino Unido, debido a condiciones meteorológicas adversas. La muerte de la Cierva fue un golpe devastador y paradójico para la comunidad aeronáutica, ya que había sido un pionero clave en la evolución de una aviación más segura.
La invención del autogiro es considerada como una de las bases para el desarrollo del helicóptero moderno pues permitió avances en la capacidad de los aviones para despegar y aterrizar verticalmente, lo que a su vez permitió el diseño de otros aparatos más avanzados.
