Cumplir 100 años: la historia de Maruja, una centenaria entre Huesca y A Coruña

A Coruña

El 29 de mayo, Maruja cumple 100 años. Lo dice sin darle demasiada importancia, como si alcanzar un siglo de vida fuera algo natural. Pero detrás de su mirada tranquila hay una historia que atraviesa guerras, cambios de ciudad, una gran familia y una vida entera dedicada al hogar.

Una infancia marcada por la guerra

Nació en Grañén, una pequeña villa agrícola de la provincia de Huesca. De su infancia guarda un recuerdo especialmente doloroso: la Guerra Civil. Tenía solo 13 años cuando su familia tuvo que huir de casa a toda prisa. Al regresar, ya no quedaba nada. El bombardeo había reducido su hogar a escombros. Aun así, con el tiempo, la vida siguió adelante, como ella misma dice, "como Dios manda".

Grañén era un lugar tranquilo, dedicado al trigo y al maíz, con buena gente y mucho frío en invierno. A pesar de que la vida la llevó lejos, su memoria siempre vuelve allí. A su casa, una construcción antigua, enorme, con jardín y huerto, que recorre mentalmente cada día, aunque ya no exista.

De Aragón a Galicia por amor

En 1955 se casó con un gallego y, en lugar de llevárselo al Alto Aragón, fue él quien la trajo a A Coruña. Aunque al principio le costó dejar su tierra, pronto se adaptó a su nueva ciudad, donde la recibieron con los brazos abiertos.

La Coruña que encontró era mucho más pequeña que la actual. Le llamó la atención su crecimiento en las últimas décadas, sobre todo por zonas como Os Rosales, que en su día no existían. De la ciudad le encanta el Cantón, sobre todo por el mar, una presencia que le transmite calma y le hace más llevadera la nostalgia por su tierra natal.

Una vida en casa

Maruja nunca trabajó fuera del hogar. Eligió cuidar de su familia, criar a sus hijos y mantener la casa como su centro de vida. No se arrepiente de esa decisión. Cree que una madre presente cambia el ambiente del hogar y siempre ha intentado hacer feliz a los suyos.

Hoy disfruta especialmente de sus bisnietos. Son su alegría diaria, especialmente los más pequeños, que llenan la casa de movimiento y risas. Asegura que estar con ellos le recuerda sus mejores años, cuando cada paseo era en compañía de sus hijos.

El presente: tranquilo, pero con movimiento

Aunque ya no puede valerse por sí misma como antes, sigue saliendo todos los días acompañada. Por la mañana da su paseo habitual y por la tarde alguno de sus hijos la lleva de nuevo a la calle. Valora mucho esos momentos, porque quedarse en casa sin poder hacer nada le pesa. A veces se siente inútil por no poder ni hacer ganchillo, pero no se rinde.

La televisión no le entusiasma, salvo algún programa como Aquí la Tierra, que le permite ver imágenes de su querida Huesca y de la vida rural que tanto echa de menos.

Una vida que inspira

A punto de cumplir los 100 años, Maruja no busca protagonismo. Pero su historia habla por sí sola: de cómo se sobrevive a una guerra, de cómo se empieza de cero en una nueva ciudad, de cómo se forma una familia y se construye un hogar con amor y dedicación.

Una vida sencilla, sí. Pero también una vida plena, contada sin adornos, desde la serenidad de quien ha visto pasar un siglo y sigue encontrando motivos para sonreír cada día.