La mirada de Jorn Lucas: Velocidades
El periodista neerlandés nos da su visión sobre la velocidad en las carreteras gallegas

La mirada de Jorn Lucas: Velocidades
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A Coruña
La última vez que estuve en Ámsterdam, varias cosas me llamaron la atención.
Lo primero fue la cantidad de gente que te encuentras a cualquier hora y en cualquier rincón de la ciudad.
No solo turistas, que hoy en día hacen cola voluntariamente para comprarse un gofre carísimo y muy sobrevalorado, solo porque unos influencers lo han puesto de moda.
Pero, sobre todo, me sorprendió el tráfico. La cantidad de coches por todas partes: en el centro, en las carreteras y autopistas alrededor. Y después las bicicletas, scooters y tranvías. Ya sé que es parte del paisaje urbano, pero parece que ya no estoy acostumbrado.
Una de las medidas para controlar el tráfico en el centro fue poner un límite de velocidad de 30 kilómetros por hora en toda la ciudad. Y mires donde mires, hay radares. Como conductor, es un gran fastidio pero al final te acostumbras.
Ahí me di cuenta de la escasez de radares aquí. Que queda claro: no soy fan de los radares, todo lo contrario.
Entre A Coruña y Pontevedra en la AP-9 solo me encuentro con uno, y ni siquiera sé si funciona.
Peor están las cosas en la ciudad o en las carreteras alrededor donde casi no hay radares. Igual no los ví, pero tampoco me han multado.
Y eso me parece extraño. Sobre todo porque en España las carreteras secundarias concentran la mayoría de los accidentes mortales. En 2023, tres de cada cuatro accidentes mortales en España ocurrieron en este tipo de vías. No encontré datos concretos de Galicia o A Coruña.
Pero en nuestra ciudad se puede correr fácilmente sin consecuencias. En San Andrés, Juan Flórez, Ronda de Nelle y Outeiro - y seguramente muchos más sitios. La velocidad máxima está señalizada, pero nadie la respeta.
Entonces, algo hay que hacer. O pones radares, o pones badenes o mandas un ejército de policías.
A menos que a nadie le importe tanto como a mí... En ese caso, dejamos todo igual.