La València olvidada: "Plaça de l’Arbre, Alber o Árbol" (por Rafa Solaz)
Su denominación la recibió por un álamo que existió en el lugar durante muchos años. En un bando del 13 de agosto de 1372 se cita como 'plaça del Olm' de Santa Creu

La València olvidada: Plaça de l'Arbre
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València
En esta plaza desembocan las calles de Baix, Sant Tomàs, Fenollosa, Pintor Fillol y En Borràs. Orellana dijo que va en derechura al principio de la plaza del Carme y remata frente a la casa que se renombró del marqués de la Casta y ahora se intitula casa de la fábrica de los Gremios.
Un reciente estudio indica que el mestre pedrapiquer Pere Compte, arquitecto de la Lonja entre otros edificios del siglo XV, vivió junto a su esposa Isabel Rausell en una casa situada en esta plaza. La placita se convirtió en uno de los puntos del barrio donde se leían los bandos anunciados por el pregoner amb trompetes i tabals.
Hasta diciembre de 1779 permaneció el álamo, pero fue arrancado para despejar la plaza –debía de hallarse en el centro-, según dejó escrito Vicente Boix. Pero poco duraría esta desaparición porque el árbol en sí, además de dar nombre a una calle y plaza, era muy tradicional entre los vecinos, así que nuevamente se plantó otro que con el tiempo igualmente desapareció. Hace poco se realizó una nueva plantación: un olivo que permanece en la actualidad. En este s. XVIII existía un establecimiento muy peculiar: la Tienda de la Magdalena, así se cita en sendos anuncios del Diario de Valencia del 2 de diciembre de 1790 y 23 de agosto de 1791.
Otros comercios fueron populares en la pequeña plaza. A principios del s. XX se hallaban: el ultramarinos y casa de comestibles a nombre de Francisco Bartual (después convertido en ultramarinos El Árbol, de José Luis Lafargue), el mítico horno de Ramón Señer, la herboristería de Francisco Jimeno y la peluquería de José Jarque o Ejarque, que también era punto de venta de periódicos. La antigua barbería con el tiempo se transformó en Peluquería de Caballeros Serrano, tal como indicaban los azulejos puestos sobre su entrada. A través de sus puertas acristaladas se veía su interior y, hasta hace unas décadas, se podían contemplar elementos propios de otros tiempos: los clásicos sillones giratorios, las toallas plegadas, las jaboneras y brochas para el afeitado y sus grandes espejos con las picaduras que había dejado el paso del tiempo. También fue un clásico el Forn de l'Arbre, presente en el lugar desde antiguo, al cual se llevaba la cazuela de arroz al horno al que llamaban arròs passejat. La academia de baile de Emilio Gadea se situaba en la esquina a Santa Elena, justo al lado de un comercio de quincallería. Ambos establecimientos cesaron por los años 60 y 70. Sobre el edificio del popular Bar Berta (Berta Denise) se puso un retablo de azulejos en recuerdo de les noces d’argent del concurso El Cant de l’Estoreta, que se inició en 1961 y se celebró en la plaza hasta hace algunos años en que, buscando mayor espacio, se trasladó a la vecina plaza del Carme.
En la fachada del bar se colocaba una pizarra que comunicaba a los vecinos las actividades de la centenaria falla de la plaçeta de l’Arbre. Y hablando de esta falla, una curiosidad: ¿saben que, en el año 1913, el monumento plantado obra del artista Carmelo Roda, el tranvía pasaba por en medio de la falla? Representaba un enorme bunyol lo suficiente grande para dejar paso al tranvía de tracción animal que venía de la vecina calle del Pintor Fillol.
En 1978 Víctor Maicas escribe un texto relativo a la plaza: (…) por una callecita entramos en la famosa plaza del Árbol. Un brochazo de sol lo ilumina todo. Esta clásica plazoleta posee singular encanto. Es como un escenario donde pudiera ser representado un sainete de Escalante. De un cafetín (Bar Berta) salen voces alegres, los parroquianos hablan en voz alta y la fonética del idioma valenciano rueda gozosamente por sus labios. Nosotros paladeamos el ambiente. Nos sentimos inmersos en una atmósfera que nos es afín.
En los años 80, y en los bajos de uno de los edificios expropiados recayentes a la plaza, mucho antes de iniciar una nueva construcción, se tapiaron sus puertas y se pintaron otras simulando un comercio con su título: Pastisseria. En 1999, tras realizar la excavación para la cimentación de este inmueble apareció en su solar la necrópolis musulmana, lo que verificaba que la zona oeste de la muralla islámica estaba ocupada, desde finales del s. XI hasta el XIII, por el amplio cementerio. Actualmente, se alza la nueva construcción de 21 viviendas entre las calles de Baix, Sant Tomàs y Cobertiç. Otro hallazgo se produjo en la excavación de los fundamentos del nuevo edificio: apareció un celler del s. XIII, que actualmente se puede contemplar.
Esta es la historia de la plaça de l'Arbre, entrañable lugar que forma parte de la historia urbana de nuestra ciudad.
Texto: Rafa Solaz
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Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...