El colibrí (A Pepe Mújica)

Toledo (Toledo)

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

No sé cuándo la escuché ni quién me la contó, pero la historia no sólo no se me ha olvidado, me viene a menudo a la memoria y la he usado decenas de veces en mi vida y hasta me ha valido de excusa en ocasiones para explicar actitudes y comportamientos. Se la cuento.

El bullicioso silencio nocturno de la selva se había roto de repente al notar el olor a humo y escuchar el crepitar del fuego, aún lejano, devorando sin compasión todo lo que encontraba a su paso. Estalló el pánico y los animales huían a toda prisa en una variopinta y estrambótica manada cuya estampida arrasaba casi tanto como el incendio que la había provocado.

El elefante, el jaguar y la jirafa, que encabezaban la despavorida carrera, observaron atónitos como un pequeño colibrí de apenas 6 centímetros iba en dirección contraria a la huida, yendo y viniendo del terrible incendio de forma inexplicable. Agotado del trasiego, se posó a descansar unos instantes en el elefante y la jirafa aprovechó para preguntarle la razón de su extraño y arriesgado itinerario. Contestó el colibrí que cogía agua en su pico en el río cercano y lo soltaba sobre las llamas con intención de apagarlo. Los tres animales prorrumpieron en risas ahogadas por la carrera tratando de hacerle ver que eso era imposible, que el sólo y con ese tamaño jamás lo apagaría. El colibrí contestó “Yo, hago mi parte” y siguió adelante con su trabajo.

La semana pasada se nos fue Pepe, Pepe Mújica, una de las figuras más importante del pasado y el presente siglo y cuya influencia, estoy seguro, iremos valorando con los años.

Un revolucionario de lo cotidiano que tenía muy claro que el único objetivo de la política ha de ser mejorar la vida de la gente y hacerlo de verdad, con más soluciones que sermones y con la valentía de saber desprenderse en ocasiones de corsés ideológicos que embellecen los discursos pero lastran el día a día del trabajo por los demás.

Un socialista que lo fue con su ejemplo hasta el último día y que entendió como nadie que las alfombras rojas, las puertas giratorias y los privilegios pervierten la política y la desvían de su verdadero fin ablandando los principios y haciendo que las conciencias de quienes tienen el honor de gobernar se acomoden poco a poco a sus deseos y no a sus obligaciones. El poder no cambia a la gente, decía él, sólo muestra su verdadera cara.

Pepe Mújica hizo su parte; ojalá su ejemplo trascienda frases, memes y camisetas y se cuele a poquitos en lo más cotidiano de nuestras vidas haciéndolas más pausadas y logre contagiarnos la lucidez de una mirada que le permitió siempre entender qué es lo importante y trabajar para ello, aunque nadie lo entienda, aunque pocos te apoyen, aunque que te quemes.

Allá donde esté, seguro que en el árbol que da sombra a su modesta huerta, anidarán los colibrís.

Hasta el martes que viene. Besos.

Javi Mateo.